El epitelio o barrera intestinal está formada por una capa de células llamadas enterocitos unidas mediante uniones estrechas. Esta barrera intestinal tiene una permeabilidad selectiva, por lo que permite la entrada de nutrientes y electrolitos, e impide el paso de sustancias nocivas.
La regulación de la permeabilidad intestinal es un proceso complejo llevado a cabo por la microbiota intestinal, el sistema inmunitario y el sistema nervioso.
Existen ciertos factores que pueden aumentar la permeabilidad intestinal:
Estrés.
Ingesta de gluten, azúcar y caseína.
Infecciones crónicas, parásitos y disbiosis (desequilibrio de la microbiota intestinal).
Ciertos fármacos.
Esto significa que la uniones estrechas desaparecen y los enterocitos se separan generando espacios por los que se filtran al torrente sanguíneo sustancias enemigas (proteínas mal digeridas, gluten, toxinas, etc). Esto es lo que se conoce como síndrome de intestino permeable o leaky gut.
Esta filtración de sustancias enemigas genera una activación del sistema inmunológico generando una respuesta inflamatoria. Dependiendo de en qué órgano se produzca la inflamación podemos presentar diversos síntomas.
¿Cuáles son sus síntomas?
Dérmicos:
Dermatitis.
Rosácea.
Psoriasis.
Sistémicos:
Cansancio.
Dolor articular.
Retención de líquidos.
Infecciones de repetición.
Insomnio.
Autoinmunidad.
Digestivos:
Dolor abdominal.
Gases/hinchazón.
Estreñimiento.
Diarrea.
Cerebrales:
Dolor de cabeza.
Migraña.
Falta de concentración.
Nube mental.
Ansiedad.
Si presentas 1 o varios de estos síntomas es muy posible que tengas intestino permeable.
¿Cuáles son sus consecuencias?
Mala absorción de nutrientes.
Enfermedades autoinmunes
Alergias, intolerancias o sensibilidades alimentarias.
Inflamación crónica.
Cerebro permeable (aumento de la permeabilidad de la barrera hematoencefálica).
¿Cómo podemos ayudarte?
Sanar el intestino permeable es un proceso que puede durar desde 6 meses a un año, y que debe ser personalizado en cada caso para tener éxito en el tratamiento. Para ello debemos estudiar detenidamente cuáles son las posibles causas, para así individualizar el tratamiento.
Por supuesto, este tratamiento deberá ser integral incluyendo cambios en alimentación, ayuno, actividad física, descanso y regulación emocional.
María del Mar López Ruíz.
Nutricionista.
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